Hace mucho tiempo tuve la gran oportunidad de pertenecer a una institución de educación básica como profesora. Fueron 4 años de mi vida que me cambiaron por completo. Me hicieron crecer como profesionista, pero mucho más como persona.
Veo ahora en dónde están cada una de esas personitas con las que tuve la oportunidad de interactuar y no hay una que me haya defraudado, no hay una que no esté en donde debe estar y sobre todo, haciendo eso que quieren. A ellos les dediqué la primera (ver aquí) y la segunda (ver aquí) parte de esta historia.
Ahora, con el paso del tiempo, la gente a la que me enfrento no es aquella a la que apenas estás formando, aquella a la que de entrada te respeta por ser su maestro y que te ve como un adulto responsable. Ahora me enfrento a grupos en donde muchas veces la gente es mayor que yo y con mucho mayor experiencia. Me enfrento a gente después del trabajo tiene que ir a clases, cansado, con preocupaciones laborales y mil pendientes que seguir atendiendo. Me enfrento al calor y la apatía de clases de 4 horas consecutivas, lo cual está descrito en más de 100 artículos que es ineficiente y antipedagógico, y aún así, sigo amando el poder intentar, al menos de vez en cuando, cambiar visiones.
La gente grande es más difícil de sorprender, la gente grande a veces es más floja de pensar y enfrentar sus propios esquemas. La gente grande a veces está ahí solo porque los hicieron ir, y no necesariamente por un gusto por superarse. Ellos son el mejor reto, aquellos que rara vez ponen atención porque no lo encuentran interesante, aquellos que la presión del trabajo no los deja poner atención por seguir resolviendo asuntos pendientes, aquellos que no saben ni tienen idea de por que están ahi.
Ayer tuve la gran oportunidad de dar clases en un grupo de maestría, y para mi sorpresa y contra todo lo esperado, tenia un rango de edad muy amplio, me atrevo a decir que iba de los 25 a los 50. Y más para mi sorpresa me encontré con un grupo participativo, con un grupo de esos que preguntan mucho y entre ellos se contestan, de aquellos en los que tu solo pones una idea en su cabeza y ellos son capaces de discutirla ordenadamente hasta llegar a un acuerdo. Sin duda me tocó uno de esos grupos que son tan fáciles, porque ellos mismos hacen el trabajo de enfrentarse a sus propias ideas.
Después de dos horas de una clase super dinámica y divertida, vino la pregunta de uno de ellos que mas bien me cambió a mi la visión... "¿y por qué entonces en México no somos buenos innovando?" ... esa, esa es la pregunta de la cuál sigo sin tener respuesta, y de la cuál me gustaría tener. ¿Por qué seguimos siendo un país de tercer mundo? ...
Gracias Omar por compartirme a tu grupo, y gracias querido grupo por hacerme disfrutar esas dos horas con ustedes!
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