lunes, 26 de mayo de 2014
Esto de tener amigos que siempre creen que tienen la razón, yo incluida, es una joya! Y es que generalmente das por sentadas cosas y crees fielmente lo que te dicen, a menos, por supuesto, que tu tengas un dato relevante al respecto y sepas que no tienen la razón. Y ante la competitividad ¿que hace uno? Pues apuestas que valgan la pena, como 24 Tonicols.
Desde la apuesta de ver quien se acerca más a la cuenta del súper, saber si Diego Luna era o no el niño de una novela vieja, si el mismo actor sale en dos películas iguales pero de diferente país, quien se acerca más a la hora del día cuando todos hemos perdido la noción del tiempo, hasta el marcador de un partido o lo que dirá o dejará de decir alguno de nosotros.
La verdad es que no siempre tengo la razón, pero solo la cosquillita de apostar algo porque crees tener la razón es maravilloso. La incertidumbre que conlleva en lo que se averigua la verdad absoluta de todas las cosas es una sensación maravillosa, y cuando llega el veredicto, a favor o en contra, la emoción siempre invade, por saberse ganador o por ver como demonios vas a cumplir la apuesta que acabas de hacer.
Y aunque esta deuda fue pagada parcialmente, y al parecer será en cómodas mensualidad porque el Tonicol no es tan común como uno creería, hoy ya estoy en casa, dispuesta a seguir en mis labores diarias y disfrutar el sabor de la victoria, el sabor de un Tonicol helado, mientras una sonrisa emana de mi rostro acordándome de aquello que aposté, una bobada como siempre, pero que nos hizo reír durante largo rato.
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