Jueves, 17 de abril de 2014
No puedo quejarme de mis años en Xalapa. Trabajar en la Freinet ha sido, sin duda, una de las cosas más significativas y maravillosas que he hecho hasta ahora.
Mis niños (ahora todos adultos) me hicieron reir y aprender mil cosas de la vida, pero ellos no fueron lo único bueno de esa etapa. Los maestros que en ese entonces pasaban por ahí han marcado sin duda mi vida desde entonces, no solo como grandes colegas, sino como grandes amigos con los que compartí la mitad de mi día por 4 años.
Lo bueno es que a veces, no solo nos veíamos medio día, sino que planeábamos como vernos en la noche y, generalmente, la noche acababa con un juego de Poker. Esas noches en donde lo que había era ron y churrumais para Candy, lotes de 10 pesos y horas y horas de diversión.
Sin duda, el Poker es unos de los juegos que ya sabía jugar antes de llegar a casa de Chaly y de Rafa, pero los días que pasé ahí me enseñaron mil cosas del Poker que no sabía. Los comentarios, la manera de repartir, las "blofeadas", pero sobre todo, lo fácil que es ver pasar la vida, sin importar lo mal que nos vaya. Lo increíble que es ganar un peso en el Poker y la sensación de victoria, lo difícil que es recibir solo 8 de los 10 pesos que pusiste, pero sobre todo, lo increíblemente feliz que puede ser la vida cuando tienes a tu alrededor gente como la de tu grupo de Poker.
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